Mubarak decepciona a millones de manifestantes que esperaban renuncia

EL CAIRO (Notimex).— El presidente Hosni Mubarak decepcionó hoy a millones de egipcios en la Plaza Tahrir y en otras concentraciones en todo Egipto que esperaban oír su renuncia y que debieron conformarse con promesas de reforma “por el bien del país”.

 

“Satisfaré sus demandas y exigencias, se los prometo, y yo como presidente de la República, avergonzado, les pido que entiendan que no puedo aceptar ninguna interferencia extranjera”, dijo Mubarak en su discurso a la nación, largamente retrasado de su hora prevista.

 

El mandatario egipcio, visiblemente cansado, reiteró que no se presentará a las próximas elecciones y que está comprometido “con la protección de la Constitución”, responsabilidad que delegará en quien resulte electo en comicios libres en septiembre próximo.

 

“Hablo desde mi corazón”, prosiguió en un tono paternalista hacia sus “hijos e hijas”, a quienes dijo que “tiene el corazón roto” y apelando al “diálogo nacional” con “otras fuerzas políticas nacionales”.

 

Aludiendo sobre su sentido de responsabilidad nacional, Mubarak habló de los “mártires” de la revolución, lamentó “la pérdida de vidas humanas” y prometió que cada caso será investigado.

 

A continuación pasó a enumerar los artículos de la Constitución de 1971 que serán enmendados para satisfacer las demandas de los manifestantes, entre ellas la de la Ley de Emergencia Nacional.

 

“La prioridad ahora es restaurar la confianza entre nosotros, en nuestra economía, en los cambios que hemos iniciado y de los que no vamos a retractarnos”, afirmó Mubarak, desligándose de ser el problema en cuestión.

 

En un discurso dramático que, en cualquiera de sus contenidos y formas, se preveía histórico de antemano, expresó que está decidido “a satisfacer las demandas” de la oposición y a “cumplir las expectativas y promesas” que calificó de “legítimas”.

 

El discurso fue interrumpido en la Plaza por gritos de “Mubarak dimite”, “Mubarak vete a casa” y otros que le exhortaban a decir las palabras que nunca salieron de su boca.

 

El discurso rompió una larga espera a lo largo de toda la tarde, con especulaciones sobre cuál sería su contenido y la tensión de si abandonaría de una vez el cargo, como demandan los manifestantes desde hace 17 días o si, por el contrario, seguiría en el poder.

 

Fuentes próximas a la Presidencia habían adelantado a media tarde que Mubarak dimitiría, pero poco después el primer ministro anunció que no se había tomado una decisión, añadiendo más confusión.

 

“Decididamente, el presidente Mubarak no va a dimitir”, dijo sin contemplaciones el ministro de Información, Anas Al Faki, rebatiendo todas las teorías.

 

Otras informaciones hablaban de que Mubarak transferiría el poder al jefe del Ejército, principal institución del país, para proteger la Constitución, y siempre desde la posición militar de estar “al lado del pueblo”.

 

Para añadir más expectación, antes de hablar ante las cámaras Mubarak se reunió más de dos horas con su vicepresidente Omar Suleiman, el nuevo hombre fuerte de Egipto y quien es punto de referencia desde hace 10 días al estar a cargo de las negociaciones con la oposición.

 

Suleiman causó en los últimos dos días una verdadera crisis en las negociaciones, hasta provocar hoy su colapso con al menos dos partidos -entre ellos los poderosos Hermanos Musulmanes-, al advertir que no toleraría mucho tiempo más las manifestaciones en la calle, lo que generó una mayor presencia de civiles.

 

Frente al Parlamento, frente a las instituciones públicas e incluso en otras ciudades, miles y miles de manifestantes salieron a las calles.

 

En la jornada de este jueves, más de un millón de personas volvieron a tomar la Plaza Tahrir, por lo que se mencionó la posibilidad de que el Ejército usaría la fuerza para poner fin a la revuelta que ha conmocionado y emocionado a los 80 millones de habitantes de este país.

 

Se habló también de que los jóvenes de Tahrir podrían irrumpir violentamente en los edificios públicos, como el Parlamento o la sede del gobierno.

 

Por la tarde se confirmó que decenas de tanques rodean la capital egipcia por temor a violentos enfrentamientos durante las masivas manifestaciones, entre ellas, la prevista para mañana viernes en la plaza con motivo del día de descanso semanal.

 

Poco antes del discurso, Ayman Nour, quien contendió frente a Mubarak en las elecciones de 2005, había advertido que “realmente nos deja una sola opción, la del golpe, ya que el diálogo no es real porque ahora Suleiman dialoga consigo mismo”.

 

Sobre la actual revuelta, Nour lamentó “la muerte de más de 300 egipcios. Hubiera querido echarle en las urnas, pero Mubarak no nos dejó otra opción que salir a las calles”.

 

Junto con Nour, en la Plaza se concentraron esta noche más de un millón de personas en un ambiente festivo con bailes y cánticos nacionalistas y políticos, con banderas de Egipto y pancartas como las que estas últimas dos semanas engalanaron todas las protestas.

 

“El pueblo quiere ver la caída del régimen”, decía una de las pancartas, mientras los manifestantes coreaban “Mubarak vete a casa” una y otra vez.

 

Antes del discurso de Mubarak, el presidente estadunidense Barack Obama se refirió a la crisis egipcia y adelantó que “estamos viendo la historia en evolución”.

 

“El pueblo de Egipto está llamando a un cambio”, dijo Obama, quien manifestó su apoyo “a una transición ordenada y genuina a la democracia en Egipto”.

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