Por Marujeo. Com
Desde luego… Gerard Piqué, ayer que eras un chico normalito, un desconocido, un Don Nadie al fin y al cabo, y hoy que te asalta la fama, el éxito en los campos, y la alegría rosa en la cama con Shakira, vienes y te nos metes dos morcillas de burgos en la boca, una por labio.
Lo que eras y lo que eres. Un jovenzuelo casi sin desvirgar, que de repente descubre el vaivén de cadera colombiano con la más exitosa a la par que inaguantable cantante Shakira. Y por si fuera poco el subidón de fama, de fiesta, de círculos amistosos de las más altas esferas, vas y penetras en el quirófano para dejarte esos morros de chochamen de vaca silbando.
Lo que es peor, es que el defensa blaugrana parece satisfecho con el resultado, visto el orgullo con el que luce sus morros para la campana de Mango a la que ha vendido su imagen. Terrorífico pero cierto.
Hijo mío -es un decir, afortunadamente-, ¿se puede saber quién te ha metido en el cerebro esa sórdida idea de llenarte los morros de colágeno? ¿Seguro que no es cosa de la Shakira ni de sus influencias quirúrgico-estéticas? Nada, que al final te vetarán del FC Barcelona por sobrepasar la cantidad de sustancia dopante permitida, Shakira te dejará por otro con el colágeno de entre las ingles natural, y tú tendrás que irte con la experiencia futbolística, el orgullo y la silicona entre las piernas.
Oh… ¡Se siente!
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