EL LICEO SALOMÉ UREÑA


Por Lic. Teresa Gómez

La autora es educadora

 

En el programa matutino El Despertador, vi la calamitosa situación del liceo Salome Ureña, y sentí nostalgia y tristeza, primero porque conozco las precariedades de muchas escuelas, pero no  imaginaba que ese centro fuera uno más de los marginados que abundan, y segundo,  porque recordé que casi todas las adolescentes de mi barrio, Villa María, aspirábamos a inscribirnos en ese liceo, solo de señoritas, pero lo hacían aquellas cuyos padres podían darles el pasaje de lunes a viernes. Esas jovencitas mucho presumían  por estar en esa escuela modelo y tener las mejores maestras.


Ya adulta y profesional del área educativa, entendí que eran reales los alardes de mis contemporáneas. Además, eran muchos los testimonios de los padres y de algunas colegas que ahí laboraban. Recuerdo con cariño a Tamara de Cubilete,  quien  trabajaba en la mañana  en el Salomé Ureña  y dirigía el liceo nocturno Miguel Ángel Garrido. Ahí laborábamos juntas, y su accionar  era siempre  en aras del bienestar de  ambos  centros. Un afectuoso saludo donde esté.


No es fácil asimilar que los planteles públicos donde asisten  mayormente  los estudiantes pobres,  tengan tantas carencias, y que los docentes y estudiantes tengan que reclamar a través de los medios de comunicación  lo que legalmente les corresponde. Los funcionarios hoy mareados por el cargo, fueron antes docentes en esperpentos de escuelas y saben lo duro que es.


En otros países, incluso países pobres, los gobiernos entienden la importancia de invertir en educación. A nuestros ministros, es pertinente preguntarles por cuánto tiempo más tendremos a tantos maestros y estudiantes en condiciones de mendicidad, mientras abunda el dinero, para que ministros que  son los mejor pagados del mundo,  no conformes, se aumenten el sueldo cuando les da gana. Las autoridades, en vez de irritarse con quienes pedimos educación de calidad, deberían hacernos coro y abogar por la adecuación de  los planteles,  mejorar los salarios de los docentes y luego exigirles dar calidad, porque es una insensatez tener a maestros mal pagados, y los a estudiantes en escuelas inservibles.


Mientras tanto, los funcionarios parecen ignorar lo que está a la vista. Lo están haciendo muy mal.

 

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