UN ARCOÍRIS DE HÉROES ANTE LA SINRAZÓN DE UNA OFENSA

Por: Pedro Richardson

Ciudadano Municipalista.


Así como Haití es un pueblo de pintores en donde lo imaginario se hace real en cada trazo, es también un arcoíris de héroes forjados al calor de  la primera revolución social, de liberación nacional y racial que se produjo en América Latina y que culminó con la proclamación de su independencia  y la consecuente abolición de la esclavitud.

 

Una larga lista de prohombres haitianos cruza por nuestra mente al evocar los episodios vividos por este heroico pueblo en el interregno 1752-1804, data en que, inspirados por los hougan o sacerdotes vudús Francois  Mackandal  y Dutty Boukman, los haitianos iniciaron de manera más o menos organizada la lucha por la libertad.

  

Correspondió a Makandal al decir de Carolyn Fick haber emprendido el primer movimiento rebelde  que representó un importante giro en la historia de la resistencia de los esclavos en Saint Domingue  y un avance cualitativo en la conciencia de lucha, articulando  una extensa red de inteligencia que le asestó entre el 1752 y 1758 duros golpes a los colonizadores franceses mediante el uso de la técnica del envenenamiento. Tras ser apresado y quemado en la hoguera su gesto último de rebeldía al romper las lianas ardientes y lanzarse contra sus enemigos sirvió para el nacimiento de un mártir inmortal capaz de metamorfosearse en animales y objetos que ha servido  de estimulo a todos los procesos libertarios que ha vivido este pueblo hasta hoy.

 

En tanto que Dutty Boukman  el 14 de agosto de 1791, en los montes  de Bois Caimán, celebra un pacto  mediante el sacrificio de un cerdo negro y la ingesta de su sangre por parte de los asistentes, entre los que se encontraban François Dominique Toussaint-Louverture y Jean-Jacques Dessalines, comprometiéndose a eliminar el dominio de los blancos en Saint Domingue, dando inicio así al proceso que culminaría con la emancipación de los esclavos.

 

Desde  la muerte de Makandal los sacerdotes vudús han propalado  que "Makandal se quedó entre nosotros, en el reino de este mundo", y desde entonces en cada proceso de lucha de este noble pueblo por entre las montañas, callejuelas o  barriadas empobrecidas se escucha la cantata "Ahí anda el manco, confundido entre su pueblo. Ahí anda el mandinga, que se quedó en el reino de este mundo. Ahí anda Makandal.

 

Ese es el mismo espíritu que envolvió a los campesinos que resistieron la ocupación norteamericana de 1915 en cuyo proceso emerge la figura  del líder nacionalista  Carlomagno Masséna Péralte. Habiendo nacido en Hinche en 1886 era el  jefe militar de la ciudad de  Leogane por donde se produjo en julio de 1915 la invasión del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. 

 

Tras negarse a rendirse sin ofrecer combate a los invasores, Péralte, renuncia del cargo y regresa a Hinche a cuidar de su hacienda. Estando allí, en 1917, es apresado y condenado a cinco años de trabajo forzado acusado  de asaltar la casa de un oficial  norteamericano. Logra  escapar de la prisión y reúne un ejército guerrillero al que llamaron Cacos que  constituye un gobierno provisional en el norte del país.

 

Traicionado por Jean-Baptiste Conzé, uno de sus oficiales, que introdujo disfrazado  al alférez  Herman H. Hanneken al campamento  rebelde en la  cercanía de Grand-Rivière du Nord, Péralte, cayó de un disparo en el corazón que le hizo el marine  durante la breve pelea que sostuvieron. En interés de desmoralizar a los haitianos las tropas norteamericanas tomaron una foto del cuerpo de Carlomagno Péralte atado a una puerta y la hicieron circular en todo el país, pero el efecto fue todo lo contrario. Asesinado a los 33 anos su figura adquirió la dimensión de mártir y su cuerpo desenterrado en 1935, al finalizar la ocupación, recibió un funeral de Estado en Cabo Haitiano, lugar donde reposan sus restos

 

Una nueva ocupación norteamericana, esta vez a Santo Domingo, nos aporta el nombre por excelencia para conjugar la amistad dominico-haitiana, el del poeta Jacques Viau Renaud  quien nació el 28 de julio de 1941 en Puerto Príncipe y con apenas seis años llega al país acompañando a su padre el intelectual y político Alfred Viau. Aquí realiza sus estudios iniciales y básicos y luego por corto tiempo  vuelve a Haití de donde regresa para ser profesor del 

 

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