CUANDO EL AMOR SE ESFUMA EN LA SOLEDAD DE UNA CAMA

Por Franklin Gutiérrez       

 

En la soledad de mi cama es la primera entrega literaria obra de Lourdes Batista. El aspecto físico del poemario: la imagen de la portada, el rosado tenue de sus páginas en papel satinado y las gráficas interiores color sepia, invitan a pensar en una poesía de contenido altamente erótico, escrita por una mujer a quien el amor y la pasión les brotan desde las entrañas mismas. De hecho, el titulo es bastante llamativo y provocador.

 

       Pero al adentrarnos en su lectura advertimos que estamos ante un canto de desahogo y rabia dirigido a varones desalmados que han dejado desoladas y vacías las camas de sus amadas o, ante una mujer aparentemente indomable interesada en retratar, con matices cincelados, los vaivenes y el derrumbe final de una relación sentimental que la ha deshilachado.   

 

       Cuando un suceso inesperado o indeseado nos enviste al extremo de desinflar nuestros sentimientos, generalmente los psicólogos y los psiquiatras resultan insuficientes para restaurar nuestras  neuronas en el tiempo deseado. Cuando la causa de la afección es un rompimiento amoroso muchos optan por apoyarse en recursos superiores a los de las ciencias médicas para así despojarse de la mala vibra, la ansiedad y la depresión.  

 

       Ante situaciones similares, algunos evocan a los espíritus del más allá o elevan una plegaria a Santa Marta, La Dominadora, para obligar al ser amado a retornar a los brazos de persona la abandonada. Otros, entre tanto, se refugian en la poesía esperanzados en que ésta le facilitará el ungüento necesario para sacar a su "corazón" de duelo y dotarlo de energía renovada. El tono del discurso poético dependerá, claro está, de cuán dañado haya quedado quien abrace la poesía como medio de desahogo. Es esa precisamente la decisión de Lourdes Batista: refugiarse en la poesía para entregarle al lector una radiografía de su vida sentimental y familiar.

 

       En las páginas de En la soledad de mi cama habita una mujer cuyos sentimientos oscilan entre el hedonismo y la frustración. La felicidad, el placer sexual como máxima recompensa de la vida son palpables en el poema "Efluvios" (Recorrí tu cuerpo habitado por fantasmas / Inhalé en perfecta armonía los efluvios de tu alma); Lo mismo sucede en "Reafirmo" (Reafirmo que mi miedo se convierte en valentía / Cuando en tus brazos descanso. Y reafirmo que con tu amor la miseria / se convierte en milagro...) Otro texto donde el goce carnal alimenta la en felicidad es "Reencuentro" (Mi alma solitaria encontró la tuya / copularon en una danza divina y eterna... se fundieron y levantaron el vuelo)

 

       Pero esos destellos de felicidad y regocijo pleno sucumben ante la frustración, la ansiedad  y la desesperación presentes en la mayoría de los textos del  libro. (Llegamos los dos a un camino sin salida / mi sexo te reclama, estoy perdida / te busco, no encuentro nada, / sólo puedo ver mis manos vacías), leemos en el poema "Metus". Frente al espejo, que pocas veces miente, la poeta confiesa: (Dónde está aquella joven de grandes ojos color promesa, que creía en la ternura?) No menos angustiada se muestra en "Persecución" (Todos esos demonios me persiguen en esta noche maldita).

 

       La frustración quebranta también su estado anímico a tal grado que la poeta "amanece tumbada en la cama, sin deseos de interactuar con el mundo", o se siente perdida cuando le falta el amor, la risa, la comprensión del amante que nunca llega. Incluso, en el poema que titula el libro, la soledad en vez de esperanzadora, es angustiante y ácida. Sobre todo cuando después de construir un espacio físico para el deleite carnal y espiritual, la única recompensa que recibe la protagonista es palpitaciones vacías en la soledad de su cama.

 

       Ciertamente hay luminosidad lírica, hálito poético en varios giros y construcciones. Se siente la presencia de una poeta ululando entre las palabras que alimentan la creatividad. De En la soledad de mi cama celebro versos como estos:      

 

"Soy un fantasma que no puede ver su silueta reflejada en el espejo" (16)    

 

"Desde que el primer polvo cósmico surgió sabia que venias en él"  (30)

 

"La lengua materna nos trajo un sonido que dice todo en un suspiro" (30) 

 

"Nuestros sexos lo dicen todo, ellos bailan una danza que reinventa el milagro... (31)

 

"Los dioses están muy ocupados en sus propios egoísmos" (34)

 

"En un solo de guitarra la tierra irá cubriendo mi rostro" (38)

 

       Pero a veces la poesía es muy patrañera, bufona, resbaladiza y le gusta ocultarse en escondites inaccesibles. En ocasiones se torna tan resbaladiza y esquiva que no logramos, por más que la persigamos y acechemos, atraparla. Cuando adopta esa postura pocos son los versos brillantes que podemos arrebatarle. Consecuentemente, se hace opaca, impertinente, discursiva y turbia, como sucede en estos versos:       

 

Ninguna mujer merece ser violada, maltratada, dañada (17)

 

Hoy se inicia el comienzo o el final de mi vida,

hoy decreto ser una mujer libre  (20)

 

Las palabras para describir el dolor no existen (22)

 

Tengo la sospecha de que ellas son culpable de este maldito dolor que no se ve (28)

 

"Trato de encontrar una mano amiga, pero todas se niegan" (34)

 

"Camarada, no se asuste cuando le digo que le amo" (35)

 

"El amor ha muerto, se encuentra en estado de putrefacción" 40)

 

       Si certificamos la archiconocida sentencia becqueriana "poesía eres tú", o la magnanimidad de Platón en cuanto a que "Cuando se trata de amor todo el mundo se vuelve poeta", los millones de versos desacertados sobre el amor y el sexo escritos desde Platón hasta el presente quedarían exentos de cualquier tipo de castigo. Pero si suscribimos a Octavio Paz cuando asevera que el erotismo es "una metáfora de la sensualidad", muchos de los textos escritos sobre ese tema sucumbirían automáticamente.  

  

       Innecesario es comprometerse enjuiciando el oficio poético de Lourdes Batista, ella misma lo hace por y para sus críticos y lectores, cuando dice:

 

Busco mi voz en unos versos que garabateo en un blanco        papel...

Y no me encuentro

 

Busco mi voz…

Y solo encuentro estas palabras simples, llanas

que quizás no lleguen a convertirse en esdrújulas

que con el tejer de las figuras se convertirán en versos

y quizás darán forma a un poema sencillo.

 

       Esa dificultad para encontrar la voz poética, producto del escaso manejo de los recursos técnicos que facilitan la elaboración apropiada de un buen texto explica, posiblemente, la presencia de cuatro versos similares en tres poemas distintos. "Amanecí con tu nombre en mis labios" (Metus, 15), " Hoy amanecí encantadoramente mojada (En la soledad de mi cama, 19), Este día amaneció inundando mi vida (Recuerdos, 24) Hoy amanecí tumbada en la cama (Recuerdo, 24) 

 

       Como ejercicio inicial En la soledad de mi cama es un poemario aceptable, con versos luminosos, pero también con versos oscuros, manidos y truncados. Espero que en su próxima entrega Lourdes Batista conserve y amplíe la zona luminosa de este primer parto y venza los fantasmas no la dejaron encontrar totalmente su voz. La poesía y ella lo merecen. 

 

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