Aterrador, pasmoso, sencillamente horripilante la situación por la que atraviesan los moradores de la cinco veces centenaria zona colonial de Santo Domingo. Negocios en ventas o que deciden cerrar sus puertas, locales en alquiler, delincuencia por doquier, robos, asaltos y atracos.
Ni siquiera las iglesias cristianas se salvan de las tropelías de los desaprensivos.
A todo esto se suma la instalación de bares y negocios que expenden bebidas alcohólicas hasta entrada la madrugada.
No hay autoridades que regulen nada. Sólo les interesa cuánto se ganarán por la instalación de un nuevo negocio. Sencillamente una barbaridad. Una distorsión de la verdadera función de gobernar.
Los vecinos residentes en el lugar han denunciado que la contaminación por ruido es inmensa. Los vehículos tocando bocinas. Los colmadones y bares con bocinas instaladas, que superan los decibeles que puede soportar el oído humano.
La gente se pregunta de manera insistente, ¿y las autoridades donde están?.
Ancianos que adquirieron sus viviendas en la ciudad más vieja del nuevo mundo han sufrido hasta infartos y derrames cerebrales porque no soportan el ruido. No le es permitido conciliar el sueño. Envejecientes y enfermos han denunciado que en las noches se trasladan a casa de amigos para poder dormir. Nadie los escucha.
Esto nos recuerda un viejo comercial, ¿y las autoridades donde están?. Estamos seguros que la respuesta no será "En el Nacional City Bank " Esta entidad financiera hace años que no está presente en el mercado dominicano.
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