NO VUELVO A VOTAR

 Por JUAN T H


No vuelvo a votar en las elecciones. No votaré por nadie. Ni por mí mismo.

 

En un país donde el presidente  dice disponer de 40 mil millones de pesos del Presupuesto Nacional  (en verdad fueron 60 mil millones) para imponer un candidato, más millones de raciones de alimentos para los hambrientos, asfalto desde Venezuela como regalo del presidente de esa nación para tapar los hoyos de las calles de los barrios marginados, ¿qué garantías tiene un ciudadano de que su voto no será vulnerado?

 

Por JUAN T H


No vuelvo a votar en las elecciones. No votaré por nadie. Ni por mí mismo.


En un país donde todas las instituciones del Estado, todos los ministros, viceministro, directores generales y subdirectores, embajadores y cónsules, salen con millones de pesos a compara la voluntad popular, ¿cómo puedo pensar que mi voto tendrá un valor político, un deseo de cambio?


En un país con más de cinco millones de pobres, más de un millón y medio de indigentes que “viven” con 30 dólares al día, poco más de cien pesos, la mayoría sin educación, ¿quién dice que no venderán su voto, su conciencia, si es que la tienen, el día de las elecciones cuando vaya Leonel y sus ministros a comprarles sus cédulas para que no voten por el candidato opositor como sucedió el 20 de mayo?


Los pobres y los miserables, son muchos, más de cinco millones. Ellos deciden  quién gana y quién pierde unas elecciones. No son los intelectuales, ni los universitarios, ni los profesionales  los que venden sus cédulas. Los pobres creados por el propio sistema corrupto, son los que el día de las elecciones venden su alma y el futuro de sus hijos, sin saberlo, por dos o tres pesos.


(Muchos de la clase media no venden sus documentos personales, pero venden su dignidad y su decoro por un decreto o un cargo barato)


El presidente de la República dispuso que todas las instituciones del Estado, sin reservas, se colocaran al servicio de su partido y del candidato oficial. Todos los funcionarios, con pocas excepciones, salieron a las calles, con los recursos públicos a comprar las elecciones. ¡Y así lo hicieron! ¡Sin sonrojarse, sin escrúpulos, ante los ojos de todos!  ¿Qué sentido tiene votar si el dinero del presupuesto será utilizado para imponer un candidato que garantice la impunidad de los que se robaron medio país?


¿Quién me asegura que dentro de dos o tres años a la esposa del nuevo presidente no se le ocurrirá, desde su despacho, utilizar, como lo hizo Margarita Cedeño de Fernández, más de mil millones de pesos al año para promover su figura y luego presentarse como candidata a cualquier vaina? 


¿Quién me asegura que Danilo no le devolverá el favor a Leonel Fernández en el 2016 para que vuelva al Palacio Nacional  y gaste más de 60 mil millones de pesos?


¿Quién me asegura que durante las próximas elecciones la Policía y las Fuerzas Armadas no saldrán a las calles para reprimir dirigentes opositores y proteger a los funcionarios y militantes del PLD que comprar cédulas de manera descarada en las propias mesas electorales como ocurrió el pasado 20 de mayo?


Mi voto y el de un analfabeto que vende su cédula no puede valer igual que el mío y el de otros  capaces de dar su vida  defendiendo la voluntad popular, tantas veces vencida por al dinero y el fraude electoral.


No vuelvo a votar más. Me salí de la trampa, como suele decir en el Gobierno de la Mañana de la Z101 el compañero y amigo de muchos años Álvaro Arvelo.

 

 

 

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