JUVENTUD DOMINICANA

Por Giovanni Morillo

 

La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 12 de agosto Día internacional de la juventud, fecha para reflexionar con relación a la realidad que están viviendo los jóvenes en la República Dominicana.

 

Muchos carecen de interés para dedicarse al estudio. Por consiguiente, la visión de poca esperanza y sobre todo la falta de políticas públicas a favor de la población más amada y protegida por el gran sacerdote italiano Juan Melchor Bosco Occhiena, mejor conocido como Don Bosco o San Juan Bosco, es algo que estamos viviendo. 

 

En estos días con mucha tristeza encuentro a un joven que acostumbraba lavarme el vehículo, involucrado en un robo. Estos hechos hacen que uno pierda la esperanza de cambio. Pero la vida se nutre de realidades.

 

Puedo afirmar que esa es la triste realidad que se vive hoy en la patria de Juan Pablo Duarte, quien se constituyó en ejemplo y guía de la sociedad cuando asumió la actitud de entrega y desprendimiento al escribirle una carta a Rosa Duarte en la cual disponía de su patrimonio a favor de la naciente república.

 

El diccionario de la Real Academia define la esperanza como la confianza de lograr una cosa, y la pregunta que nos hacemos es ¿Qué hemos logrado? ¿Jovencitas con apenas trece años salir embarazadas? ¿Ver a jóvenes con luces emigrar a otros países, llevando a la República Dominicana perderse de ese gran aporte por la poca confianza en el futuro de nuestro país?

 

Un país que reclama educación, no puede olvidar el ejemplo que fue el propio hijo de Salomé Ureña, el insigne escritor e intelectual don Pedro Henríquez Ureña, quien expresó de manera reiterada y sostenida que con la cultura se salvan los pueblos.

 

Hoy, con mucha pena, decimos la memoria de los grandes hombres de la República Dominicana debe ser más respetada. No podemos echar al zafacón el ideal de sus luchas por un verdadero Estado de derecho.

 

Aprovechamos la ocasión para hacer un llamado, a fin de que nuestros jóvenes se involucren y exijan a los detentores del poder que tienen la obligación de apoyar al segmento comprometido con los verdaderos cambios de la sociedad. Muchas personas dicen que somos el futuro, pero en realidad somos el presente. No podemos seguir cubiertos de soledad y sin esperanza.

 

 

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