NUESTRO CLAMOR A DIOS Y EL DESEO PARA SUS HIJOS EN LA TIERRA  

Por Nelly Amador

 

Según la Santa Biblia, en el Libro de Eclesiastés, en la vida hay tiempo para todo. Esto quiere decir que los seres humanos tenemos la oportunidad permanente de cotejar nuestras acciones, haciendo planificaciones con programas y calendarios flexibles que nos posibiliten alcanzar las metas trazadas. Es por ello, que en esta Semana Santa debemos hacer esa parada necesaria de autoevaluación y examinar aquellas situaciones problemáticas que así lo ameriten, corregir los entuertos y asumir nuevas responsabilidades, tanto en personal como en lo colectivo.

 

Este es un tiempo propicio para retomar los valores de convivencia social, familiar, política y de entusiasmo renovado para contribuir con los procesos de desarrollo de nuestro entorno, en el marco de las enseñanzas imperecederas del ser que dividió la historia de la humanidad en dos: antes y después de él, como lo es el Señor Jesucristo.  Trabajar en este sentido sin pensar en la recompensa, colaborar con nuestros semejantes en todas las actividades que requieran de la solidaridad; cuidar nuestro planeta y no dejar a las generaciones venideras aquellos entuertos que podamos arreglar aquí y ahora; acompañar a las familias para que hagamos una nueva cultura de los valores que nos identifican como seres humanos y nos permiten crecer.

 

Semana Santa ha de permitirnos, también, evaluar la situación sociopolítica y económica de la República, al tiempo de rogar al Todopoderoso que no permita que los desalmados, corruptos y criminales continúen exterminando a los humildes y sencillos, aprovechando coyunturas y situaciones creadas para tales fines.

 

Pidamos  al Señor que ya es tiempo de que nos libere de los que en su nombre engañan los pobres y viven como parásitos. Que nos defienda de los lobos vestidos de ovejas para que podamos construir en paz el reino que él nos ha prometido a quienes cumplamos con su voluntad.

 

Porque es tiempo para hacer silencio y reencontrarnos con nosotros mismos, dejamos a la imaginación de todos nuestros amigos y amigas, enlistar todas aquellas cosas que pensamos erradicar de nuestras vidas y las que asumiremos en un nuevo contexto de trabajo por el bien común. Y que Dios nos bendiga hoy, mañana y siempre y nos permita resucitar con él como seres humanos nuevos comprometidos con la verdad, amén! 

 

La autora es Educadora y fundadora de la ADP

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