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30 DEJUNIO, DÍA DEL MAESTRO Y LA MAESTRA

 

 Por:  Nelly Amador

 

En el año 1939, durante el gobierno de Trujillo, mediante la resolución no. 6-39 de fecha 6 de junio de 1939, siendo secretario de Estado de Justicia, Educación Pública y Bellas Artes el licenciado Virgilio Díaz Ordoñez se consagró “El Día del Maestro” en la República Dominicana.

 

A partir de esa fecha este día se celebraba con diferentes actividades, siendo relevante la entrega de notas a los alumnos que asistían a esa actividad con presentes para sus maestros como símbolo de afecto y agradecimiento  por lo que les habían enseñado, sin importar que se tratase de una piña, una lechosa, un melón, una canasta de mangos, o una tasa, un pozuelo, un vaso o cualquier otro presente.

 

También por muchos años el Palacio Presidencial a través del Ministerio de Educación invitaba a un almuerzo a los maestros y las maestras donde se hacían entrega de reconocimientos. Y en otras oportunidades, las autoridades del Ministerio de Educación celebraban actos para con los maestros, en muchas oportunidades en combinación con la Asociación Dominicana de Profesores –ADP--.

 

Hoy en día, esta fecha le llega al magisterio de una forma fría, intrascendente donde ya los alumnos no demuestran ningún tipo de cariño ni afecto y ni siquiera respeto a los profesores y las autoridades tampoco muestran ninguna especialidad el 30 de junio. De todos modos, nosotros abrazamos, saludamos a los maestros hoy 30 de junio y les pedimos que se empoderen  y cojan este día para pedirles a sus alumnos y los padres de éstos que cada día estén más cerca de ellos y más ahora que estamos promoviendo y constituyendo las tandas extendidas, donde el maestro convive con sus alumnos y la comunidad.

 

Anhelamos volver a los tiempos en que se nos percibía de manera diferente y hacíamos nuestras las letras de esta canción “El Maestro” de Patxi Andion, que dejamos como regalo para la reflexión en este día.

 

 

 

Con el alma en una nube 


y el cuerpo como un lamento 


viene el problema del pueblo 


viene el maestro. 

 


El cura cree que es ateo 


y el alcalde comunista 


y el cabo jefe de puesto 


piensa que es un anarquista. 

 


Le deben 36 meses 


del cacareado aumento 


y él piensa que no es tan malo 


enseñar toreando un sueldo.

 


En el casino del pueblo 


nunca le dieron asiento 

 

por no andar politiqueando

 
ni ser portavoz del cuento.

 


Las buenas gentes del pueblo 


han escrito al ministerio

 
y dicen que no está claro 


cómo piensa este maestro.


Dicen que lee con los niños 


lo que escribió un tal Machado 


que anduvo por estos lados 


antes de ser exiliado 


les habla de lo innombrable 


y de otras cosa peores 


les lee libros de versos 


y no les pone orejones.

 


Al explicar cualquier guerra 


siempre se muestra remiso

 
por explicar claramente 


quién venció y fue vencido.

 


Nunca fue amigo de fiestas 


ni asiste a las reuniones 


de las damas postulantes esposas de los patrones 


por estas y otras razones 


al fin triunfó el buen criterio 


y al terminar el invierno 


le relevaron del puesto.

 


Y ahora las buenas gentes 


tienen tranquilo el sueño 


porque han librado a sus hijos 


del peligro de un maestro. 


Con el alma en una nube 


y el cuerpo como un lamento 


se marcha, se marcha el padre del pueblo 


se marcha el maestro.

 

 

La autora es Educadora y fundadora de la ADP.

 

 

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