HASTA QUÉ PUNTO EN NUESTRO PAÍS SE HAN INSTRUMENTADO LOS MÉTODOS DE ORGANIZACIÓN EN LA CONDUCCIÓN DEMOCRÁTICA?  

Por:Nelly Amador

 

En nuestra experiencia, tanto en el trabajo educativo como sociopolítico global, hemos aprendido que para conducir la participación es necesario establecer esa relación entre los métodos de organización y los estilos de conducción, donde debemos subrayar:


Saber el propósito que se persigue y en función de qué se articula en la dinámica organizativa, los canales de participación con las instancias de conducción;  que tanto la base como la dirigencia tengan conciencia de la importancia y necesidad en que se logren algunos propósitos y que motivan a continuar trabajando;


Que la dirigencia no esté alejada de la base y que articule sus opiniones, problemas, en el conjunto y con el proyecto organizativo que se esté construyendo;

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Es preciso que en la organización se ubiquen los roles de conducción y de participación de manera dinámica y relacionada.


Reza un adagio que lo importante no es cuántas veces hayas caído, sino en cuántas te fue posible levantarte. En nuestro caso de la dirección y la base en una organización para la participación comunitaria, hay que señalar que no importa las veces que tanto la base como la dirección se equivoquen, sino las que les fue posible enmendar los entuertos.


La construcción de una organización participativa y con conducción, se irámaterializando en la medida que la base se apropie de la forma en cómo se resuelven los problemas concretos y tenga la capacidad de aplicar esos elementos.


Estamos convencidos de que la relación dirigente-base es una relación dialéctica, donde el dirigente debe ir entregando cuotas de poder a la base, lo cual le sirve de legitimidad.


Y, finalmente, en este examen de características para la participación  comunitaria, queremos precisar el reto que nos plantea la relación entre dirección y participación, en el sentido de ir haciendo realidad una utopía: la auto conducción colectiva.

 

 Un segundo elemento que debemos analizar en las perspectivas de determinar por qué en nuestras escuelas no fue posible continuar exhibiendo una participación acorde a los conceptos señalados, está determinado en cómo se asumió el concepto de las categorías.

 

Tradicionalmente las personas hemos estado vinculadas a grupos y organizaciones sean formales o informales, sin que esto implique avanzar a niveles más altos de compromisos con tales organizaciones.

Formar parte no significa que las personas se desvivan por una organización, ni que haya una identificación cabal con los propósitos institucionales.


Así expresaba la mayoría de los miembros de las sociedades de padres y amigos de la escuela, su participación en el proceso educativo en sus respectivas escuelas y comunidades.


Estas sociedades estaban estructuradas en forma piramidal, con cargos y funciones burocráticas, generalmente en connivencia  con el director del centro educativo y con juntas directivas que pasaban ocho y diez años sin ser reestructuradas. Y de la participación de la mujer, ni hablar.


Es bueno recordar que esa nueva visión para el trabajo educativo-comunitario que se gestaba con el inicio del Plan Decenal de Educación, tuvo la equidad de género como uno de los problemas nodales que debía ser solucionado para posibilitar una nueva cultura de participación.


Resultaba chocante asistir a una asamblea eleccionaria en una escuela urbana o rural, comprobar que de cada 100 participantes, 70 eran mujeres y al final de las votaciones, se (re) eligiese un presidente. Y así continuaba la distribución de los cargos más importantes siempre en manos de los hombres por decisiones de las mujeres.


Además, en esa estructura organizacional tradicional, no había oportunidad para que los miembros de esas sociedades tuviesen las mismas posibilidades en participar activamente en la gestión del centro.

Por eso, el otro elemento importante que debe destacarse en esta experiencia, está referido en cómo se rediseñó esa nueva estructura de las sociedades de padres y amigos, para que más personas se integraran en el quehacer cotidiano del centro educativo, sin que necesariamente tuviesen que ocupar los puestos de la alta dirección. Por ejemplo, si la asamblea designaba un tesorero en la junta directiva, debía constituirse también, un comité del área de las finanzas para que se ocupara de todos los problemas del área económica que atañen a dicho centro.

 

Resulta triste e impotente observar cómo hoy en día todo este esfuerzo y espíritu de trabajo mancomunado ha sido dejado de lado, se han instrumentado los métodos para animar y organizar estos grupos al interior de las escuelas y se ha intentado hasta la saciedad convertir tales mecanismos de participación en meros grupúsculos del partido político en el poder. Y esto ha matado la participación.-

 

La autora es Educadora y fundadora de la ADP.

 

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